QUE ES EL FRACKING ?

Es la extracción de gas no convencional. Utiliza para ello millones de litros de agua dulce por día, mezclada con mas 600 productos químicos y arena entre otras cosas. Para la extracción se perfora hasta casi 5000 metros en forma vertical y luego varios kilómetros en forma horizontal. Esta técnica produce filtraciones hacia las napas de agua subterraneas y también de las agua superficiales, ademas evaporaciones .

QUE PRODUCE:
Contaminación del Medio en que vivimos: agua, aire, tierra. Agresión y alteración del paisaje por la instalación de torres y camiones.
Contaminación auditiva y visual en detrimento de la biodiversidad.
Graves afecciones a la salud humana y de las demás especies. Sismos y terremotos por las fracturas y la lubricación de las placas tectónicas.

CIUDADES CON ORDENANZA LIBRE DE FRACKING HASTA EL MOMENTO:
COLÓN, C.del URUGUAY, SAN JAIME, DIAMANTE, COL. AVELLANEDA, VILLAGUAY, ROSARIO DEL TALA, LA PAZ, VILLA ELISA, GRAL. RAMÍREZ, VILLA DEL ROSARÍO, SAN PEDRO, VIALE ,CERRITO, CRESPO, SAN PEDRO (Junta de Gobierno), SAN RAMÓN (Junta de Gobierno), BOVRIL,MARÍA GRANDE, LOS CONQUISTADORES, VICTORIA, FEDERACIÓN, SAN SALVADOR, GENERAL CAMPOS , BASAVILBASO,FEDERAL, IBICUY, VILLA MANTERO, URDINARRAIN, ORO VERDE, CHAJARÍ, NOGOYA, CONCORDIA, GUALEGUAYCHÚ y PARANÁ.

jueves, 28 de agosto de 2014

El agua es lo único que vale la vida

Dejame ver si entiendo: ¿mandamos un robot a Marte para ver si hay agua, mientras en la Tierra millones de personas carecen de agua pura, y, en medio de emergencias hídricas y cambios climáticos, les damos a las megamineras y a las petroleras cantidades siderales de agua para que la contaminen?

   Voy a tratar de hablar del agua sin ponerme lírica, me es dificilísimo, porque tengo que confesarles algo: amo profundamente al agua en todas sus formas. Amo los ríos transparentes y nerviosos de las montañas, amo los ríos calmos de los llanos. Me fascinan la lluvia y la nieve, las nubes que son agua iluminada. Me da lo mismo el lejano mar, que el más humilde de los charquitos. Todos los seres que amo beben agua y, cuando me entero que alguien quiere intoxicarla, el 75 por ciento de agua que hay en mí se rebela. Hecha esta aclaración, que es como decir, desde aquí les hablo, empecemos.
Nos ocultan muchas cosas, demasiadas, entre ellas algo de base: la diferencia entre un pozo de petróleo y gas convencional, y uno de no. Entender todas las implicaciones de esas dos palabritas, no convencional, es como entender, en minería, la diferencia entre una cueva y un cráter. Te pone los pelos de punta. Algo tienen en común: así como ciertos metales ya no están en vetas, sino dispersos en micropartículas entre toneladas y toneladas de roca, el shale oil y el shale gas no están concentrados en grandes charcos nauseabundos a 200 metros de la tierra, sino en burbujas presas dentro de la roca, a 5000 metros bajo tus pies. Tienen que romper mucho, cada vez más, para sacar muy poco, cada vez menos. Sencillamente y desde el vamos, por la forma en la que están dispuestos en la tierra, no podemos sacarlos sin destruir todo lo que hay alrededor. Al menos no con ninguna tecnología conocida, y esperemos que, si en algún momento inventamos alguna manera de teletransportar esas gotitas sin dañar el medio que las contiene, ya seamos capaces de transportarnos a nosotros mismos de otras maneras que hagan innecesario extraerlas. Y si se dice de estos metales no vetíferos que son de baja ley, lo mismo puede decirse de las petroleras que hacen fracking: ya hemos visto cómo Chevron baja leyes humanas –y viola las leyes de la naturaleza- en la mitad exacta del planeta.
La naturaleza tiene leyes, sí: por alguna razón, ha puesto el cianuro, el benceno, los toluenos y los xilenos lejos de las fuentes de agua dulce. Por alguna razón, ha puesto capas y capas de roca entre esos fragmentos de dinosaurios podridos, y todas las cosas vivientes sobre la superficie.
Sin embargo (bah, embargos tienen muchos, de ahí a que los paguen es otra cosa) por algo que dicen es la Razón, pero que no se puede calificar de otra forma que estupidez, algunos magnates del petróleo se han tomado el enorme trabajo de hacer mezclar, para cada pozo de fracking, unos 30 millones de litros de agua (el equivalente al consumo diario de una ciudad de 80.000 habitantes) con 280.000 litros de químicos traídos de diversas partes del mundo, y concentrados en frascos cuyas fórmulas y cantidades desaparecen, bajo el secreto de propiedad intelectual de fábricas de quien sabe dónde, con etiquetas que se limitan a decir cosas como “biocida” o imprimir una calavera con dos tibias cruzadas, y el clásico en caso de intoxicación consulte a su médico. Médicos que van a estar desconcertadísimos, a la hora de encontrar un antídoto para tantos venenos juntos: según el TEDX (The Endocrine Disruption Exchange, EEUU), se pudo evidenciar 980 químicos asociados a la extracción de los susodichos no convencionales. Y según el Centro Tyndall de la Universidad de Manchester, Reino Unido, que pudo analizar sólo 360 productos, sabemos a ciencia cierta que 17 de ellos son tóxicos, 38 son tóxicos agudos, 8 son cancerígenos, 6 sospechados de serlo, 7 son elementos mutagénicos, y 5 tienen efectos adversos sobre la reproducción. Ya sé, ya sé que los números son aburridos para muchos, pero para encontrar el antídoto, hay que conocer el veneno, y ni siquiera nos dejan el derecho de saber con qué veneno pretenden envenenarnos.
Ver las operaciones del fracking es como ver abrir la caja de Pandora, de la que salen todos los males y las enfermedades del género humano, pero ya no, como en el cuentito ancestral, por la curiosidad de un desprevenido, sino de un modo muy concreto y para nada mítico: con un enorme despliegue de maquinarias, explosivos, mano de obra política y barata, dinero y más dinero: es increíble todo lo que puede movilizar la codicia y la estupidez humana. Y sé también que en el fondo de la caja estaba la esperanza: es más increíble aún todo lo que podemos movilizar cuando abrimos al mismo tiempo ojos y conciencia. A todos nos hubiera gustado estar ahí para gritarle al tipito –Epimeteo se llamaba- “¡NO ABRAS ESA CAJA!”. Pues bueno, ahora que no es ningún cuento, que es real, podemos hacerlo. Y desafío a quienquiera que me diga que no es cierto que todo lo que amamos bebe agua. A menos que, claro, sea alguien que sólo está enamorado del dinero. Que cuando se moja pierde todo su valor, eso es sabido.
Agua gasificada no es ninguna soda
Ya se vieron las primeras imágenes en la tele: abrís la canilla, sale un chorro de agua. Hasta ahí todo bien. Le acercás un fósforo y se prende fuego… ¿Magia? No, es el fracking. Tampoco es el mundo al revés: por mucho que intentes abrir una hornalla y acercarle un vaso, no va a salir agua.
Sensación, cuando ves eso, de que estamos en el horno.
Aquí te damos dos tips de un recetario futurista que aún no se le ha ocurrido a Chevrón. Salpimentá un bife, si tenés suerte de encontrarlo, y poder pagar su precio, si no, cualquier milanesa insulsa de soja transgénica sirve. Rocíalo con aceite de soja, o de girasoles mutantes. Atravesalo con un pincho. Abrí la canilla, acercale un encendedor, ponelo debajo del chorro, y a girar hasta que esté crujiente. Un toque de tuco. Como para quitarte el mal sabor de boca, y para echarle la culpa al tomate por la acidez y las úlceras.
La ventaja es que, según la muy machista frase de Ernesto López Anadón, director del IAPG (Instituto Argentino de Petróleo y Gas), “no se usan más de doce productos por fractura, y “muchos de ellos son detergentes y otros compuestos que las mujeres utilizan en sus casas””. Imagináte lo que podés ahorrar: podés lavar los platos con nada. Pura espuma que no lava el cerebro ni la bronca, porque en la vida real, hay que ser muy magnate para bañarse y lavar los platos y la ropa con agua mineral de vaya a saber qué fuente reservada de los avances de la megaminería, los pesticidas y el fracking.
O cocinar, cualquiera sea el género de los alimentos y del chef, porque algo que nunca dicen es que no sólo se trata de los químicos que le agregan al agua a propósito, sino también de los que se mezclan con ella al liberar los metales pesados que duermen su sueño milenario en lo profundo de las rocas: mercurio, plomo, arsénico y demás, que aumentan su toxicidad cuando se hierven. O los elementos radioactivos, como el uranio, el radio y el radón –precisamente, el que se libera cuando hay un terremoto, y te da esa sensación de extrañeza mientras está temblando. Todos ellos capaces de penetrar en tu ADN y desconfigurarlo hasta enfermarte a vos y, nunca más cierta esa frase de Goya: el sueño de la Razón engendra monstruos. Nada que ver con el Magoya al que iremos a cantarle si dejamos entrar a Chevrón o al que se atreva a meter la cuchara en nuestras fuentes de agua, para hacer esas sopas químicas intragables ya sea en los cerros, en el subsuelo, o en el caldero de tu casa.
Me podrán decir que no soy química o bioquímica, pero soy hija del desierto, como vos, y me basta con tener dos dedos de frente para entender lo que cualquier niño en edad escolar sabe: el agua se condensa, se evapora, precipita, es esa cosa mágica que adopta cualquier forma. Que sostiene a todas las formas de vida. Hay algo que no deja de asombrarme: mientras destinamos muchísimos recursos, energía etc, en constatar que ya no queda agua en Marte, ni marcianos a quienes saqueársela o pedírsela, al mismísimo tiempo vemos como acá nomás se cometen contra ella tantos desatinos. Ella que es vehículo de una inteligencia delicada, un equilibrio. Y si no me creen, si piensan que digo esto porque otra vez me puse lírica, observen nada más la armonía de sus ciclos. Porque el agua que hay en nuestro planeta es siempre la misma, que ha dado vueltas miles de millones de veces a la Tierra, en forma de mar y de nube, y de hielo y de río. La misma que bebieron los dinosaurios antes de extinguirse, la que vos tomás y la que, si dejamos de permitir esta especie de suicidio colectivo, van a seguir tomando tus descendientes por los siglos de los siglos.
http://www.mdzol.com/opinion/481138-el-agua-es-lo-unico-que-vale-la-vida/

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