Camino a un Futuro Caliente
Muchas personas preocupadas por el cambio climático, incluyendo al Presidente de Estados Unidos, Barack Obama, han aceptado la fractura hidráulica para obtener gas natural. En su reciente discurso sobre el clima, el mandatario norteamericano llegó a unir al gas con las renovables como “energías limpias”. “Como ingeniero de petróleo y gas desde hace mucho tiempo, que ayudó a desarrollar las técnicas de fractura de esquisto para el Departamento de Energía, puedo asegurar que este gas no es ‘limpio’”, planteó Anthony Ingraffea. Debido a las fugas de metano, el principal componente del gas natural, el gas extraído de los depósitos de esquisto no es una “transición” a un futuro de energías renovables, es un camino a más calentamiento y lejos de las inversiones en energía limpia.
Por Anthony R. Ingraffea,
publicado en New York Time el 28 de julio de 2013
El metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono (CO2) aunque no dura tanto tiempo en la atmósfera. Aun así, una libra (454 gramos) de metano, en un periodo de 20 años, atrapa tanta temperatura como 72 libras de dióxido de carbono. Su potencia declina, pero aún después de un siglo, es por lo menos 25 veces más poderoso que el dióxido de carbono. Cuando se quema, el gas natural emite la mitad de dióxido de carbono que el carbón pero las fugas de metano aniquilan esta ventaja por su poder para atrapar calor.
Y el metano está fugando aunque existe una incertidumbre significativa sobre la tasa de fuga. Pero recientes mediciones por la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera en yacimientos de petróleo y gas en California, Colorado y Utah, encontraron tasas de fuga del 2,3 por ciento al 17 por ciento de la producción anual, en el rango que mis colegas y yo en Cornell predijimos algunos años atrás. Este es el gas que es liberado a la atmósfera sin quemar, como parte del proceso de fractura hidráulica, y también de oleoductos, compresores y unidades de procesamiento. Esos resultados plantean preguntas sobre qué está sucediendo en otros lugares. La Agencia de Protección Ambiental ha emitido nuevas normas para reducir emisiones, pero no rigen hasta 2015 y solamente para nuevos pozos.
Un estudio del año 2011 del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica concluyó que, a menos que las fugas puedan mantenerse por debajo del 2 por ciento, el gas no tiene ninguna ventaja climática sobre el carbón. Además, un estudio publicado en mayo por el Centro del Clima, un grupo de científicos y periodistas que estudian el cambio climático, concluyeron que el 50 por ciento de la ventaja del gas natural sobre el carbón es poco probable que se logre en las próximas tres a cuatro décadas. Desafortunadamente, no tenemos tanto tiempo para hacer frente al cambio climático, las próximas dos décadas son cruciales.
A su favor, el plan del presidente reconoce que “frenar las emisiones de metano es crucial”. Sin embargo, la liberación de gas sin quemar en los procesos de producción no es el único problema. Los pozos de gas y petróleo que pierden su integridad estructural también liberan metano y otros contaminantes fuera de su tubería de revestimiento hacia la atmósfera y los pozos de agua. Múltiples estudios realizados por la industria muestran que alrededor del 5 por ciento de todos los pozos de petróleo y gas tienen fugas inmediatamente debido a problemas de integridad, con aumento de tasas de fuga en el tiempo. Previéndose cientos de miles de nuevos pozos, este problema no es ni despreciable ni prevenible con la tecnología actual.
¿Por qué tantos pozos tienen fugas de este tipo? Presiones bajo tierra, cambios de temperatura, movimientos de suelo por los pozos cercanos y grietas por contracción y daños de la fina capa de cemento quebradizo que se supone sella los pozos. Además, conseguir el cemento perfecto a medida que la perforación avanza horizontalmente en el esquisto es extremadamente difícil. Una vez que el cemento está dañado, repararlo a miles de pies bajo tierra es caro y frecuentemente no se tiene éxito. Las industrias de petróleo y gas han estado tratando de resolver este problema por décadas.
La comunidad científica ha estado esperando mejor información de la Agencia de Protección Ambiental para evaluar la magnitud del problema de contaminación del agua. Es por eso tan desalentador que, ante los reclamos sobre la industria, según se informa, haya cerrado o se haya retirado de varias investigaciones relativas al problema. Quizás, un estudio completo sobre fractura hidráulica y agua potable previsto en 2014, estará disponible en fecha más próxima. Además, un borrador de un estudio del Departamento de Energía sugiere que hay enormes problemas para encontrar agua para fracturar los futuros pozos. El presidente no debería incluir esta tecnología en su política de energía hasta que estos estudios estén completos.
Ahora tenemos opciones en energía eólica, solar y eficiencia energética. Podemos escalarlas de forma rápida y económica, creando crecimiento económico, trabajos y un futuro de energía verdaderamente limpia para enfrentar el cambio climático. El ingrediente que falta es la voluntad política. Una reducción de emisiones de carbono significativa es imposible en tanto se permita a la industria de combustibles fósiles tanta influencia en las políticas energéticas y en las agencias regulatorias. Los responsables políticos tienen que escuchar las voces de los científicos independientes mientras todavía hay tiempo.
*Anthony R. Ingraffea es un profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad Cornell y el presidente de Médicos, Científicos e Ingenieros para Energía Saludable, una organización sin fines de lucro.
Fuente: http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=188359
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| El gas extraído de los depósitos de esquisto no es una “transición” a un futuro de energías renovables, es un camino a más calentamiento. |
Por Anthony R. Ingraffea,
publicado en New York Time el 28 de julio de 2013
El metano es un gas de efecto invernadero mucho más potente que el dióxido de carbono (CO2) aunque no dura tanto tiempo en la atmósfera. Aun así, una libra (454 gramos) de metano, en un periodo de 20 años, atrapa tanta temperatura como 72 libras de dióxido de carbono. Su potencia declina, pero aún después de un siglo, es por lo menos 25 veces más poderoso que el dióxido de carbono. Cuando se quema, el gas natural emite la mitad de dióxido de carbono que el carbón pero las fugas de metano aniquilan esta ventaja por su poder para atrapar calor.
Y el metano está fugando aunque existe una incertidumbre significativa sobre la tasa de fuga. Pero recientes mediciones por la Administración Nacional del Océano y la Atmósfera en yacimientos de petróleo y gas en California, Colorado y Utah, encontraron tasas de fuga del 2,3 por ciento al 17 por ciento de la producción anual, en el rango que mis colegas y yo en Cornell predijimos algunos años atrás. Este es el gas que es liberado a la atmósfera sin quemar, como parte del proceso de fractura hidráulica, y también de oleoductos, compresores y unidades de procesamiento. Esos resultados plantean preguntas sobre qué está sucediendo en otros lugares. La Agencia de Protección Ambiental ha emitido nuevas normas para reducir emisiones, pero no rigen hasta 2015 y solamente para nuevos pozos.
Un estudio del año 2011 del Centro Nacional para la Investigación Atmosférica concluyó que, a menos que las fugas puedan mantenerse por debajo del 2 por ciento, el gas no tiene ninguna ventaja climática sobre el carbón. Además, un estudio publicado en mayo por el Centro del Clima, un grupo de científicos y periodistas que estudian el cambio climático, concluyeron que el 50 por ciento de la ventaja del gas natural sobre el carbón es poco probable que se logre en las próximas tres a cuatro décadas. Desafortunadamente, no tenemos tanto tiempo para hacer frente al cambio climático, las próximas dos décadas son cruciales.
A su favor, el plan del presidente reconoce que “frenar las emisiones de metano es crucial”. Sin embargo, la liberación de gas sin quemar en los procesos de producción no es el único problema. Los pozos de gas y petróleo que pierden su integridad estructural también liberan metano y otros contaminantes fuera de su tubería de revestimiento hacia la atmósfera y los pozos de agua. Múltiples estudios realizados por la industria muestran que alrededor del 5 por ciento de todos los pozos de petróleo y gas tienen fugas inmediatamente debido a problemas de integridad, con aumento de tasas de fuga en el tiempo. Previéndose cientos de miles de nuevos pozos, este problema no es ni despreciable ni prevenible con la tecnología actual.
¿Por qué tantos pozos tienen fugas de este tipo? Presiones bajo tierra, cambios de temperatura, movimientos de suelo por los pozos cercanos y grietas por contracción y daños de la fina capa de cemento quebradizo que se supone sella los pozos. Además, conseguir el cemento perfecto a medida que la perforación avanza horizontalmente en el esquisto es extremadamente difícil. Una vez que el cemento está dañado, repararlo a miles de pies bajo tierra es caro y frecuentemente no se tiene éxito. Las industrias de petróleo y gas han estado tratando de resolver este problema por décadas.
La comunidad científica ha estado esperando mejor información de la Agencia de Protección Ambiental para evaluar la magnitud del problema de contaminación del agua. Es por eso tan desalentador que, ante los reclamos sobre la industria, según se informa, haya cerrado o se haya retirado de varias investigaciones relativas al problema. Quizás, un estudio completo sobre fractura hidráulica y agua potable previsto en 2014, estará disponible en fecha más próxima. Además, un borrador de un estudio del Departamento de Energía sugiere que hay enormes problemas para encontrar agua para fracturar los futuros pozos. El presidente no debería incluir esta tecnología en su política de energía hasta que estos estudios estén completos.
Ahora tenemos opciones en energía eólica, solar y eficiencia energética. Podemos escalarlas de forma rápida y económica, creando crecimiento económico, trabajos y un futuro de energía verdaderamente limpia para enfrentar el cambio climático. El ingrediente que falta es la voluntad política. Una reducción de emisiones de carbono significativa es imposible en tanto se permita a la industria de combustibles fósiles tanta influencia en las políticas energéticas y en las agencias regulatorias. Los responsables políticos tienen que escuchar las voces de los científicos independientes mientras todavía hay tiempo.
*Anthony R. Ingraffea es un profesor de Ingeniería Civil y Ambiental en la Universidad Cornell y el presidente de Médicos, Científicos e Ingenieros para Energía Saludable, una organización sin fines de lucro.
Fuente: http://www.analisisdigital.com.ar/noticias.php?ed=1&di=0&no=188359
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